Dentro de la investigación
llevada a cabo podemos reconocer solo parcialmente los roles que pudo
desempeñar la mujer durante la construcción de la villa Nazareth, pues no todos
los entrevistados se refieren a la labor que ellas llevaban a cabo. A pesar de esto
pudimos dar cuenta de uno de los testimonios que nos dice que, al no contar con
agua potable, se hacía necesario recurrir a una vertiente ubicada a varios
metros de la villa, para extraer agua para el uso diario. De hecho durante la
entrevista hecha a doña Blanca Mateluna se puede apreciar la labor esforzada de
la mujer de la Nazareth, que debía vivir el día a día sobrellevando las
dificultades de una incipiente villa, en la que durante los primeros años se
palpó la dificultad que implica el levantar el sueño de una pequeña comunidad
desde cero.
Es por esto que Juan Zúñiga le escribe a estas mujeres enumerando sus tareas y penurias, agradeciendo su esmero y su esfuerzo, plasmando en su poesía una identidad de la que se sentirán parte varias de las mujeres que están y que estuvieron en esos complejos primeros años en los que el sueño de la casa propia se comenzaba a hacer realidad.
A la mujer de la
villa Nazareth.
Amiga esposa y compañera de la vida
Incansable jornalera de la casa
Tus manos son inquietas cual paloma
Aunque detengan su vuelo no descansan.
Comienzas el día muy temprano
Porque es pesada y larga la jornada
Tú no tienes un día de descanso
Pero a nadie le clamas.
A veces eres incomprendida
Pero todo en silencio tú lo guardas
Te preocupas de toda la casa
Que esté en orden bien aseada y
Que nada falte a tu mirada
Eres maestra en la cocina
Queda exquisito, todo lo preparas
Te preocupas de mi ropa
Que quede limpiecita, bien planchada.
Te preocupas de los niños,
De la limpieza de la casa
Friegas pisos puertas y ventanas
Tu tarea ha sido dura y larga
Y te vas agotada a la cama
Apenas cierras los ojos
Otra vez es de madrugada.
Por eso te rindo este homenaje
Mujer bella y adorada
Porque eres tu fuerte y luchadora
Porque guardas un tesoro
Allí dentro de tu alma.
Un homenaje a las mujeres de la villa Nazareth,
especialmente a aquellas que lucharon
codo a codo junto a nosotros cuando empezaba a cristalizarse el sueño de
nuestras vidas, la casa propia.
Juan Ramón Zúñiga Herrera.
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